Alaska en contra de la Tauromaquia

La cantante protagoniza la campaña de PETA contra las corridas de toros

«Ni quiero insultar ni enfrentarme a nadie, sólo dar mi opinión» dijo Alaska, protagonista de un cartel espectacular, obra de Juan Gatti.

Al igual que sus admiradas Pamela Anderson o Dita Von Teese, Alaska se ha aliado con PETA (Personas por un Trato Etico de los Animales) para ser la protagonista de una campaña de concienciación en contra de las corridas de toros. Bajo el lema «La verdad al desnudo: la tauromaquia es cruel», el popular diseñador gráfico Juan Gatti ha retratado a Alaska desnuda y con tres banderillas clavadas en la espalda.

La fotografía es fiel al espíritu de una artista amante de reinventarse sin dejar de ser ella misma. Así frente a una imagen terrible, « llena de sangre, casi gore», como dice Alaska, se ha optado por una puesta en escena propia de una «pin up» de los calendarios de los años cuarenta. «Es una imagen poco agresiva, casi ??pop??, pero Gatti y yo pensamos que el mensaje podría ser mucho más impactante por el contraste entre la instantánea y el mensaje», explica la artista.

La cantante, que se reconoce «muy diplomática» ha querido evitar un discurso más agresivo en contra de las corridas de toros. «Prefiero ni insultar ni enfrentarme a nadie, sólo que mi opinión sea escuchada». Dicho y hecho, el cartel es una invitación a la mirada y, después, a las reflexiones de Alaska sobre la Fiesta Nacional. Para empezar, opina que, mientras el matador asume un riesgo asumido y consentido, «hay un animal que no ha pedido estar ahí; después, niega la mayor a los que dicen que los toros no sufren, «que les pongan unas banderillas a escala a ellos...».

Con la certeza de que la supresión de las corridas de toros es imposible, opta por una salida negociada que minimice los daños al animal. Inteligente y sincera, Alaska se permite el lujo de dudar cuando se le inquiere si ella prohibiría que los niños fuesen a las corridas. Para ello, alude a su propia experiencia. Dice que casi fue hija de torero -«mi madre estuvo a punto de casarse con uno»-, y de que, de pequeña, en México, iba a las plazas de toros, a los tentaderos, visitaba los chiqueros... «y ya se ve, ni me traumatizó ni me aficioné a la fiesta, es más: me parece intolerable», concluye.